El Andévalo

Leyendas anteriores incluso a la llegada de Roma nos relatan las mercedes de un diocesillo que empezó siendo menor, pero que acabó en los altares de las tropas Imperiales. Endovellico, Endovel, Andoval, dios bondadoso de los lusitanos que da su nombre a la comarca, sigue reservando parabienes a aquellos quienes vengan a conocer su tierra, El Andévalo.

En estas tierras, en otro tiempo límite del estado y frontera olvidada, el tercer milenio ha entrado gestionando dos elementos naturales tan antiguos como el propio planeta: el agua y el viento. El viento, poniente limpio y el agua de la Sierra de Aracena y los Picos de Aroche, en su escorrentía traza pequeños cauces, que en el Andévalo serán los afluentes que nutran al Guadiana. Presado y represado, la comarca se ha convertido en una de las reservas hídricas más importantes de Andalucía. Imposible establecer ruta alguna pero sí una recomendación de por dónde comenzar. Desde cada uno de estos pueblos déjese llevar, serán sus mejores guías los hombres de la mina, los buscadores de setas, los romeros, los tempraneros cazadores, los danzadores, los hombres a caballo, los cantaores en una noche de rumbo.

El Guadiana, el Andévalo náutico nos abre las puertas al Andévalo minero, duro y profundo, mecido por los cantes en singular Ruta de Fandango. Letras de la Caza, del Caballo, del Contrabando. Estos antiguos territorios aislados se abren hoy a Portugal por dos nuevos accesos terrestres, los puentes de El Granado y de Paymogo, que permeabilizan la antigua frontera, la raya, y abren los secretos del Andévalo hacia el poniente. Esto es lo que el Andévalo tiene de unidad, las peculiaridades de cada pueblo están a continuación.
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